miércoles, 2 de septiembre de 2015

Víctima del sistema

Aaron Swartz siendo un joven y prodigio programador ha producido un gran impacto, no sólo por su temprana edad en la cual se codeó con los más importantes colegas, empresas y su gran exposición en los medios, sino también por ser un activista en pos de la libertad en Internet. Esta última causa es la que lo catapultó a una mayor exposición y enfrentamiento con las grandes empresas que dominan el mercado, las cuales logran posicionar al gobierno estadounidense y a la justicia dentro de sus propios reclamos. De este modo fue acusado por descargas de documentos académicos, reseñas y publicaciones protegidas por copyright dentro del sistema JSTOR que provee el acceso a papers académicos bajo suscripción. En definitiva, a Swartz se lo acusó por descargar y revisar demasiados libros ya que el sistema no le permite a sus usuarios descargar masivamente sus archivos.
La pena que se le imputó a Aaron Swartz es mayor que la que se le aplica a asesinos, traficantes de esclavos y ladrones de bancos. Basado en una ley "draconiana" que presenta un lenguaje vago de amplia dimensión y duras penas dirigidas a personas que incomodan al sistema mercantil que obtienen importantes beneficios económicos. El gobierno federal se limitó a aplicar la ley de delitos informáticos calificándo a Swartz de antidemocrático, argumentando una lectura justa de la ley y en una jurisprudencia establecida.
En Argentina en 2009 se produjo el caso del profesor Horacio Potel, perseguido penalmente por mantener sitios web de filosofía sin ningún fin de lucro por violar la Ley 11.723 de Propiedad Intelectual. La Cámara Argentina del libro inició una acción penal contra un docente universitario por mantener sitios de Internet dedicados a la filosofía que, entre otras actividades, disponibilizaban textos inéditos e inconseguibles de Derrida, Heidegger y Nietzsche.
El caso de Aaron Swartz que vimos es una muestra más de un sistema capitalista donde mandan la corporaciones multinacionales que defienden su propio negocio multimillonario sin permitir la libertad de acceso a materiales educativos, culturales o de investigación, salvo que se abone por el mismo. Swartz ha marcado el camino de la lucha y el activismo en este sentido, siendo una víctima de las leyes anacrónicas que se instalaron varias décadas atrás y que lo han afectado psicológicamente hasta llevarlo al suicidio.

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